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Importancia de la microbiota intestinal en tu salud

Si tuviésemos la capacidad de ver microscópicamente todo lo que nos rodea, nos daríamos cuenta de que el mundo lo no habitamos solo los humanos, las plantas y los animales. Justo, en estos tiempos, se puede ver más que nunca, solo hay que mirar el daño que ha creado un ente tan pequeño como el Coronavirus. Y es que como este hay millones y millones de habitantes minúsculos que nos rodean y que, además, son capaces de adaptarse mejor al medio y a los cambios que sufre este, que nosotros. Tal es así que nos necesitan para vivir, pero nosotros también los necesitamos a ellos para mantenernos saludables. Parece paradójico, pero es la más pura realidad.


Concretamente nuestro cuerpo tiene aproximadamente 38 billones de microorganismos divididos por todo el cuerpo, 8 billones más que el número total aproximado de células que tenemos. Y de ese total, entre un 80 y un 90% residen en nuestro sistema digestivo, y con más aparición en nuestra cavidad intestinal, donde se albergan más de 1000 especies diferentes de bacterias, lo que supone casi un total de 2 kg de nuestro peso corporal total.






Pero... ¿Por qué tiene tanta importancia en nuestra salud?

Bien, centrándonos sobre todo en la microbiota intestinal, podemos decir que está situada en nuestros intestinos gruesos, es única y diferente para cada persona en cuanto a composición se refiere y tiene una función fisiológica esencial que hace frente a varios procesos vitales para nuestra supervivencia como son:

  • Ayudar a digerir alimentos que el resto de nuestro sistema digestivo no ha podido.

  • Tiene influencia en la producción de nutrientes clave como son algunas vitaminas del grupo B y la vitamina K.

  • Hace de barrera defensiva, potenciando la fuerza de nuestra mucosa intestinal frente agentes patógenos, formando parte así de nuestros sistema inmunológico.

  • Modificación, transformación y maduración del epitelio intestinal (barrera intestinal) por aportación de genes que codifican proteínas y enzimas diversas, que proporcionan recursos importantes para diferentes procesos bioquímicos que nosotros no podemos sintetizar.


La microbiota se empieza a adquirir desde el primer segundo que llegamos al mundo (en el parto) y en gran parte es heredada de nuestras madres al igual que nuestro sistema inmunológico. Además, desde ese momento comienza a diferenciarse y evolucionar conforme nos enfrentamos a la adaptación al medio que nos rodea. Tanto es así, que la microbiota intestinal que tenemos con 1 o 2 años va a ser prácticamente la que tendremos con 30 o la que nos quede cuando tengamos 80 o 90 años, aunque conforme pasa el tiempo y nuestro trato hacia ella, esta mejora o empeora y aumenta o se reduce.

Este hecho es tan importante que los diferentes métodos de parto (natural o cesárea), dar de mamar o no al bebé y el tiempo que ese bebé recibe leche materna, exponernos durante la infancia a cierto número de bacterias y virus, cuidar nuestra alimentación creando un buen patrón alimentario o regular nuestros horarios, influye de forma muy directa a nuestra salud, no solo a corto sino a largo plazo.


Entre esas 1000 especies diferentes de bacterias que habitan nuestro intestino, destacan varias que conforman la mayoría como son:

  • Bacteroides

  • Eubacterium

  • Bifidobacterium

  • Peptostreptococcus

  • Clostridium

  • Ruminococcus

Aunque hay también una minoría que comprende tipos de Enterobacteriaceae, Lactobacillus, Streptococcus, Staphylococcus y Fusobacterium, donde destacan los 2 primeros tipos, por ser pioneros en ocupar nuestro intestino cuando nacemos y por ser los encargados de ambientar la zona para la colonización posterior del resto de tipos.

Obviamente dentro de estos ejemplos, existe un equilibrio o balance que si se rompe se produce un fenómeno llamado disbiosis o desequilibrio bacteriano de la microbiota, lo que se traduce en un mal funcionamiento de esta y deriva, normalmente, en empeoramiento de la salud.

Es por ello que fomentar ese equilibrio es vital para mantener la salud de nuestra microbiota y por tanto la nuestra.


¿Empeoramiento de salud si no la tratamos como debemos?

Si nos enfocamos en la dieta, tenemos que hay ciertos componentes de la dieta que pueden alterar las funciones protectoras de la barrera intestinal, por lo que pueden afectar la interfaz microbiota - huésped y provocar un desequilibrio de esta, lo que contribuye a la aparición de procesos inflamatorios y confiere consecuencias posteriores al huésped. En este post vamos a centrarnos en lo que más se está estudiando en estos momentos sobre microbiota y enfermedades. Las 3 vertientes más investigadas y por tanto con más respaldo científico por el momento son:

  • Microbiota y su influencia en enfermedades cardiometabólicas.

  • Microbiota y su relación con el cerebro.

  • Microbiota y su relación con el cáncer.

Vamos a verlas una por una y explicando lo más importante y donde nos situamos actualmente.


Microbiota y su influencia en enfermedades cardiometabólicas

Son aquellas enfermedades que afectan de forma directa a nuestro metabolismo y por ende contribuyen a un empeoramiento de la función cardíaca. El más claro ejemplo es la obesidad.

Existen diferencias en cuanto a composición entre la microbiota de personas obesas y personas no obesas, viéndose cierto grado de disbiosis en personas obesas, ocasionando un empeoramiento de la función de esta en cuanto a metabolización de ciertos componentes dietéticos como son los carbohidratos no digeribles. Los principales derivados de esta metabolización son los SCFA (ácidos grasos de cadena corta, como son acetato, butirato y propionato) que tienen múltiples beneficios para nuestra salud (mejora del metabolismo de la grasas, reducción de procesos inflamatorios o contribución a la mejora de la función cardiaca), aunque de esta digestión, cuando se da un proceso de disbiosis también se pueden derivar ciertos elementos que se están comenzando a estudiar como es la TMAO, un compuesto químico que aumenta el riesgo cardiovascular al ser aterogénico (promotor de la acumulación de grasa en las paredes de las arterias) pudiéndose afirmar, que existe un efecto directo de la dieta sobre la microbiota y existe un cierto rol de esta en el control o empeoramiento de enfermedades cardiometabólicas.


Microbiota y su relación con el cerebro

El eje intestino-cerebro también ha sido uno de los principales objeto de estudio en los últimos años, tanto que se ha llegado a la conclusión de que el intestino es el "segundo cerebro" del cuerpo humano.

Aunque el mecanismo por el cual el cerebro y el intestino se comunican aún no se ha establecido y no se comprende por completo, la evidencia científica ha demostrado que la microbiota intestinal juega un papel muy importante en el comportamiento cerebral y el desarrollo cognitivo a través de la promoción de producción de diversas hormonas, factores inmunes y metabolitos, como los SCFA. Además, esta conexión se entiende que se realiza a través del nervio vago, lo que puede influir en diferentes procesos, como la producción de precursores metabólicos, neurotransmisores como la serotonina, la melatonina y la acetilcolina, y sus metabolitos activos. Además, se ha demostrado que este eje modula las funciones cerebrales, como el comportamiento emocional y la capacidad de respuesta relacionada con el estrés.

También se ha visto que algunos microorganismos como los patógenos o las bacterias comensales que se encuentran en el tracto gastrointestinal pueden activar procesos de señalización del SNC y contribuir al desarrollo de enfermedades mentales como la depresión y la ansiedad.


Microbiota y su relación con el cáncer

Existe una relación compleja entre la microbiota intestinal y el cáncer. Se ha visto que algunas bacterias intestinales están involucradas en la iniciación y progresión de algunos tipos de cáncer como es el de colon, hígado o pecho, siendo el más estudiando el primero de ellos. Aunque se desconocen los mecanismos de acción por los cuales se pueda relacionar el empeoramiento de la microbiota con la causa de este tipo de cáncer (colon), si que se presentan algunas vías de actuación como por ejemplo:

  • Presencia de determinadas bacterias patógenas en tejidos intestinales promueven la creación de compuestos carcinógenos (promotores de cáncer) y que estas mismas cuando se presentan en tejidos cancerígenos del colon, promueven una menor supervivencia de sujetos con dicho cáncer.

  • Cambios en la microbiota, pueden alterar la síntesis de compuestos como el DCA que en grandes cantidades circulantes en el hígado, pueden alterar la correcta función de este, causando la aparición de ciertos metabolitos carcinógenos.

  • Una disbiosis de la microbiota puede causar una alteración en la metabolización de compuestos estrogénicos que si salen a la circulación sanguínea, tienen relación con los procesos de aparición de cáncer de mama, aunque esta vía está sujeta a estudio aún.


Entonces... ¿Qué hago para mantener saludable mi microbiota?

La respuesta debe estar basada en la alimentación aunque también existen otros factores que son clave en el correcto funcionamiento de esta. Entre las recomendaciones nutricionales destacan:

  • Buen patrón alimentario con un correcto consumo de fibra que podemos aportar a base de ingerir verduras, cereales de grano entero (integrales), frutas...

  • Buen aporte de micronutrientes (vitaminas y minerales) ya que muchos de ellos son clave en diferentes procesos bioquímicos.



  • Aporte de alimentos ricos en prebióticos (estimulantes del crecimiento bacteriano) y probióticos (bacterias beneficiosas) donde destacan sobre todo aquellos alimentos fermentados como son: leche materna, frutas y verduras, cereales integrales, yogur, kéfir, combucha...


  • Evitar comer alimentos ultraprocesados ricos en aditivos (conservantes, colorantes, estabilizantes...) que no son beneficiosos para nuestra salud intestinal. Especial atención a los edulcorantes.

  • Tratar de mantener un equilibrio calórico que promueva un peso corporal adecuado y un % de grasa correcto, tratando de dejar de lado los posibles efectos de la obesidad en nuestra microbiota.


Pero también debemos de recordar aquellos factores externos que también pueden modular nuestra microbiota como son:

  • Contaminación y ambientes contaminantes: Se ha visto que personas que viven lejos de ambientes ricos en polución tienen una mejor composición bacteriana que aquellos que viven en grandes ciudades.

  • Estrés o agentes físicos estresantes: La relación estrés-desorden de microbiota está más que presente, tal y como explicamos anteriormente. Tomate la vida con calma.

  • Respeta los horarios: Dormir adecuadamente y tener un hábito de horarios de comidas son puntos clave también para mantener la salud de tu intestino.


Espero que os sirva de ayuda para mejorar vuestra calidad intestinal. Si te ha gustado y quieres compartir, eres libre de hacerlo!


Bibliografía destacable:

  • Yi Wan, Jun Tang, Jiaomei Li, Jie Li, Jihong Yuan, Fenglei Wang & Duo Li (2020): Contribution of diet to gut microbiota and related host cardiometabolic health: diet-gut interaction in human health, Gut Microbes, DOI: 10.1080/19490976.2019.1697149

  • Abenavoli, L.; Scarpellini, E.; Colica, C.; Boccuto, L.; Salehi, B.; Sharifi-Rad, J.; Aiello, V.; Romano, B.; De Lorenzo, A.; Izzo, A.A.; Capasso, R. Gut Microbiota and Obesity: A Role for Probiotics.Nutrients (2019) ,11, 2690. doi:10.3390/nu11112690

  • Tan, J., McKenzie, C., Potamitis, M., Thorburn, A. N., Mackay, C. R., & Macia, L. (2014). The Role of Short-Chain Fatty Acids in Health and Disease. Advances in Immunology, 91–119. doi:10.1016/b978-0-12-800100-4.00003-9 

  • www.gutmicrobiotaforhealth.com/es/sobre-la-microbiota-intestinal/

  • Almeida, Cátia PharmDa; Oliveira, Rita PharmD, PhDa; Soares, Raquel MSc, PhDb,c; Barata, Pedro PhD, MDa,b, Influence of gut microbiota dysbiosis on brain function: a systematic review. March/April (2020) - Volume 5 - Issue 2 - p 1. doi: 10.1097/j.pbj.0000000000000059

  • Tao, J., Li, S., Gan, R.-Y., Zhao, C.-N., Meng, X., & Li, H.-B. (2019). Targeting gut microbiota with dietary components on cancer: Effects and potential mechanisms of action. Critical Reviews in Food Science and Nutrition, 1–13. doi:10.1080/10408398.2018.1555789

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